En la mañana del 14 de junio de 2009, Asia Bibi, cristiana de 45 años, estaba labrando la tierra junto con otras campesinas musulmanas en la aldea de Ittanwali, a 75 kilómetros de Lahore, cuando su capataz le ordenó traer agua para dar de beber. Cargada con un barreño, derramó un poco de líquido sobre las ropas del capataz. Una campesina le dijo: «Aparta tus sucias manos de cristiana; vas a contaminar nuestra agua porque los de tu religión sois impuros». Entonces, Bibi, cansada de aguantar insultos y agresiones de sus compañeras, presuntamente profirió una blasfemia contra el profeta Mahoma.
Quién iba a imaginarse que aquella acción acalorada, más que malintencionada, iba a ser castigada con la pena de muerte por ahorcamiento.
Asia Bibi, madre de cinco hijos, fue condenada por un tribunal de Lahore a la pena capital por blasfemia, según el artículo 295-C del Código Penal, el pasado 8 de noviembre. Bibi se convierte así en la primera mujer en la historia de Pakistán que podría ser ahorcada si el Tribunal Supremo no anula el veredicto contra ella.
Se imaginan el despoblamiento en Españ si la ley católica hubiese sido la misma. Que tomen nota y comparen los anticlericales.
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