El Tribunal Constitucional dice que la unión de dos hombres o dos mujeres es un matrimonio. Yo sé que NO es así.
También dice que los niños pueden ser adoptados por parejas del mismo sexo y, por lo tanto, ya no tienen derecho a un padre y una madre. Me niego a aceptar que se experimente con la infancia.
El Tribunal decreta, además, que el artículo 32 de la Constitución Española, cuando dice que "el hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio", en realidad, lo que dice es que hombre y mujer pueden casarse con personas del mismo sexo. NO es cierto: la Constitución dice lo que dice, por más que lo interprete el Alto Tribunal.
Diga lo que diga el Constitucional, yo NO llamaré matrimonio a lo que es otra cosa. Acabo de recordárselo al presidente Mariano Rajoy:
¿Puedes enviarle tu petición para que recupere el matrimonio en el Código Civil? Pincha en el enlace para enviar tu petición.
No es cuestión solo de palabras. Las palabras importan. Respetar la naturaleza de las cosas y su significado es trascendental, cuando hablamos de leyes.
Pero se trata, sobre todo, de que el matrimonio y las uniones homosexuales son realidades distintas y, por lo tanto, no pueden ser reguladas de la misma forma.
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