04 diciembre 2009

Cricifijos: Javier Neira, columnista de La Nueva España

El crucifijo, fuera de las escuelas. Eso quiere el Gobierno socialista. Odian el cristianismo y las pruebas materiales de ese odio son indiscutibles y no demasiado lejanas en el tiempo como para que la memoria histórica se haya borrado. Pero ¿por qué lo odian?
Antes de entrar en materia, conviene decir que los conflictos ideológicos, religiosos, de valores y demás en la enseñanza se resuelven con la libertad de centro y sólo con la libertad de centro. Que cada cual promueva la escuela que considere y que cada cual asista a la escuela que quiera. Pero, claro, la libertad está reñida con el socialismo y por eso jamás de los jamases ZP y los suyos aceptarán una escuela libre. Y por eso mismo los conflictos digamos ideológicos nunca tendrán solución en la escuela intervenida.
La patológica enemiga al cristianismo va por ahí, pero es aún más honda.
Veamos. Sólo hay libertad en los países cristianos o a donde fue llevada desde países cristianos, como ocurrió en el caso de Japón.
Es indiscutible. Es algo empírico y comprobable con sólo mirar un mapa y saber leer.
Por eso mismo, todos los vectores contrarios a la libertad son contrarios al cristianismo. Tanto que liquidar el cristianismo es el gran eje de su actuación. Saben que así liquidan la libertad.
¿Y por qué el cristianismo es el origen de la libertad? Evidentemente, porque la Iglesia romana -y asimismo los hermanos separados- es una institución irreductible por el poder político. Ya lo dijo Cristo: «Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César».
Todo el mundo en último término es más de su confesión que de su partido. Lo mismo ocurre con la familia. Todo el mundo es más de su sangre que del Gobierno. Por eso los liberticidas no sólo necesitan acabar con el cristianismo, sino también con la familia.
En ésas están. Por cierto, qué bien contestó ayer a los liberticidas fray Jesús, el nuevo arzobispo de Oviedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario